domingo, 29 de agosto de 2010

Sobre nosotros y los mineros de Chile

Cristian Warnken Publcado en �El Mercurio� 24/08/2010 EL RESCATE DE LA PATRIA Escribe Cristian Warnken: �Los mineros no estan en un Infierno: somos nosotros los que estamos en el. El Infierno del sinsentido, de la falta de verdad y autenticidad. Ellos son nuestros Orfeos. Orfeo saco a su amada Euridice del Hades, el pais subterraneo de la muerte. Ellos, con sus mensajes y sus lamparas, van a sacar a Chile de su extravio. Ellos son nuestros rescatistas�. Todo ha ido derrumbandose alrededor nuestro en estos anos (instituciones, convicciones, la republica tal como la conocimos), pero el ultimo derrumbe nos trajo una sorpresa inesperada, impensada� La tierra hablo el 27 de febrero. Ahora es el hombre el que habla desde el fondo de la tierra. Y habla desde el desierto, el desierto que empezaba a crecer en nuestra propia alma. La mirada de esos mineros a la camara-sonda y la luz de sus linternas tienen el efecto de un relampago. Un relampago en la noche. Porque hemos estado sumergidos en una noche sin darnos cuenta. La noche de un pais que ha renegado de su luz propia para copiar y encandilarse con la luz de los reflectores, las camaras, la farandula, el evento, el reality, etcetera. Ante estos 33 hombres sumergidos en la tierra, todo reality , todo �evento� palidece y se desintegra ante un �acontecimiento�. La realidad �con su consistencia de piedra y mineral- desaloja el simulacro. Es la verdad, la verdad de nuestra radical precariedad y abismo la que ahora brilla, y brilla sumergida, como un mineral de alta ley, puro, tenaz y deslumbrante. La luz de estos mineros nos ciega como la luz de la caverna del filosofo griego. Como si no pudieramos verla de frente, tanta es su potencia enceguecedora. Ahora estamos ciegos. Ciegos por la luz de 33 pequenas linternas. Y debemos seguir ciegos todo lo que sea necesario, para volver a ver. ?Y que vamos a ver? Nuestra desnuda esencia, nuestra verdad mas honda, nuestra belleza, nuestra esperanza tanto tiempo sepultada por la mentira. Estos 33 chilenos son los heroes de una hazana epica interior. Porque esa es la batalla que hay que librar ahora: hacia adentro. Y hay que �resistir�. Resistir en el sentido radical que una vez senalo el poeta Rilke. Resistir a los cantos de sirena de superficie, resistir a todo lo que nos aleje de nuestro propio centro, y nos extravie. Porque de tanto alejarnos de nuestro centro, habiamos perdido contacto con la torre de control. Pero alguien nos ha llamado desde la pura piedra. No un e-mail, no un mensaje de texto: 33 caracteres escritos con la propia sangre. Los mineros no estan en un Infierno: somos nosotros los que estamos en el. El Infierno del sinsentido, de la falta de verdad y autenticidad. Ellos son nuestros Orfeos. Orfeo saco a su amada Euridice del Hades, el pais subterraneo de la muerte. Ellos, con sus mensajes y sus lamparas, van a sacar a Chile de su extravio. Ellos son nuestros rescatistas. Hasta ahora teniamos un Bicentenario de carton piedra, de fachada. Ahora, en esta espera, nos preparamos para nacer de nuevo. Es una espera de un largo parto. Es la tierra que va a dar a luz a 33 hombres. Pero en realidad somos nosotros los que vamos a nacer, porque estabamos dormidos y muertos. No basto un terremoto para despertar. Necesitabamos un Gran Mito para agruparnos alrededor de el: y esta no es una �noticia� mas, sino un Mito nacido del inconsciente del pueblo chileno. Como si la republica quisiera nacer de nuevo, como si estos 33 mineros fueran sus hijos prodigos a punto de regresar. Y mientras no regresen, Chile no existe todavia. Habra entonces que dejar hablar de Bicentenario: habra que hablar del nacimiento de una patria nueva, una patria en gestacion que se esta incubando al interior de nuestras propias entranas y alma. Una patria que gestaremos entre todos en estos cuatro meses de rescate, de rescate de nuestra propia esencia perdida. Una patria mas pobre pero mas rica, cuyos diamantes son los ojos de los mas pobres. Una patria que quiere florecer (como desierto florido) con dolores de parto. Una patria de lamparas de minero y miradas limpias.■■■■■ Comentarios [4]

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