sábado, 4 de junio de 2011

Metafisica de la Guerra

Torna alla home page Cerca nel sito: Giulio Cesare Evola (1898 - 1974) Sei in: home � documenti � articoli � Metafisica de la guerra... Il Conciliatore, 15 marzo 1969 Stampa questa pagina versione stampabile Metafisica de la guerra di Julius Evola El principio general al cual apelar para justificar la guerra en el plano de lo humano es el "heroismo". La guerra, segun esto, ofrece al hombre la ocasion de redescubrir al heroe que anida en el. Rompe la rutina de la vida comoda y, a traves de las mas duras pruebas, favorece un conocimiento transfigurante de la vida en funcion de la muerte. El instante final en el cual un individuo debe comportarse como un heroe es el ultimo de su vida terrestre y pesa infinitamente mas en la balanza que toda su existencia vivida monotonamente en la agitacion incesante de las ciudades. Esto es lo que compensa, en terminos espirituales, los aspectos negativos y destructivos de la guerra que el paternalismo pacifista pone unilateral y tendenciosamente de relieve. La guerra, estableciendo y realizando la relatividad de la vida humana, estableciendo y realizando tambien el derecho de un "mas alla de la vida", tiene siempre un valor anti-materialista y espiritual. Estas consideraciones tienen un peso indiscutible y dejan cortas todas las demagogias del humanitarismo, los lloriqueos sentimentales y las protestas de los paladines de los "inmortales principios" y de la internacional de los "heroes de la pluma". Mientras tanto, es preciso reconocer que para definir bien las condiciones por las cuales la guerra se presenta realmente como un fenomeno espiritual, se debe proceder a un examen ulterior, esbozar una especie de "fenomenologia de la experiencia guerrera", distinguir las diferentes formas y jerarquizarlas para dar todo su relieve al punto absoluto que servira de referencia a la experiencia heroica. Para ello es preciso referirse a una doctrina que no tiene la estructura de construccion filosofica particular y personal, sino que es, a su manera, una referencia de hecho positiva y objetiva. Se trata de la doctrina de la cuatriparticion en todas las civilizaciones tradicionales que da origen a cuatro castas diferentes: siervos, burgueses, aristocracia guerrera y detentadores de la autoridad espiritual. No debe entenderse por casta, como hace la mayoria, una division artificial y arbitraria, sino el lazo que une a los individuos de una misma naturaleza, un tipo de interes y de vocacion identica, una cualificacion original. Normalmente, una verdad y una funcion determinada definen cada casta y no lo contrario. No se trata pues de privilegios y de formas de vida erigidas en monopolio y basadas en una constitucion social conocida, mas o menos, artificialmente. El verdadero principio del que proceden estas instituciones, bajo formas historicas mas o menos perfectas, es que no e xiste un modo unico y generico de vivir su propia vida, sino un modo espiritual, es decir, como guerrero, burgues, siervo y, cuando las funciones y reparticiones sociales corresponden ciertamente a esta articulacion, segun la expresion clasica, estamos ante una organizacion "procedente de la verdad y de la justicia". Esta organizacion se convierte en jerarquica cuando implica una dependencia natural -y con la dependencia la participacion- de modos inferiores de vida de aquellos que son superiores, siendo considerado como superior toda personalizacion de un punto de vista puramente espiritual. Solamente en este caso, existen relaciones claras y normales de participacion y subordinacion, como lo ilustra la analoga ofrecida por el cuerpo humano: alli donde no hay condiciones sanas y normales, cuando el elemento fisico (siervos) o la vida vegetativa (el burgues), o la voluntad impulsiva y no controlada (guerreros), asumen la direccion o la decision en la vida del hombre, aparece el caos; pero cuando el espiritu constituye el punto central y ultimo de referencia para las facultades restantes, a las cuales no les es negada por tanto una autonomia parcial, una vida propia y un derecho diferenciado en el conjunto de la unidad, alli aparece el Orden. Si bien no debemos hablar genericamente de jerarquia, aunque se trate de la verdadera jerarquia en la que quien esta en lo alto y dirige es verdaderamente superior, es preciso hablar y hacer una referencia a los sistemas de civilizacion basados en una elite espiritual y en donde el modo de vivir del siervo, del burgues y del guerrero terminan por inspirarse en este principio para la justificacion de las actividades en que se manifiestan materialmente. Por el contrario, se encuentra en un estado anormal cuando el centro se desplaza y el punto de referencia no es el principio espiritual sino el de la clase servil, burguesa o simplemente guerrera. En cada uno de estos casos, si existe igualmente jerarquia y participacion no se trata de algo natural. Se convierte en deformante y subversiva y termina por exceder los limites transformandose en un sistema en donde la vision de la vida, propia de un siervo, orienta y compenetra todos los elementos del conjunto social. En el plano politico, este proceso involutivo es particularmente sensible en la historia de Occidente hasta nuestros dias. Los Estados de tipo aristocratico-sacral han sido reemplazados por Estados monarquico-guerreros, ampliamente secularizados y luego ellos mismos a su vez, han sido reemplazados y suplantados por Estados apoyados sobre oligarquias capitalistas (casta de los burgueses y de los mercaderes) y finalmente por tendencias socialistas, colectivistas y proletarias que han encontrado su eclosion en el bolchevismo (casta de los siervos). Este proceso es paralelo al cambio de un tipo de civilizacion por otro, de un significado fundamental de la existencia a otra, si bien en cada fase particular de estos conceptos, cada principio, cada institucion forma e imprime un sentido diferente, conforme a la nota preponderante. Esto es igualmente valido para la guerra. Y he aqui como vamos a poder abordar positivamente la tarea que nos propusimos al principio de este ensayo: especificar los diversos significados que pueden asumir el combate y la muerte heroicas. Segun se decante bajo el signo de una u otra casta,la guerra se justificaba por motivos espirituales, considerandose como una via de realizacion sobrenatural y de inmortalizacion para el heroe (tema de la Guerra Santa), en el de las aristocracias guerreras se luchaba por el honor y por un principio de lealtad que no se asociaba al placer de la guerra por la guerra. Con el paso del poder a manos de la burguesia se produce una profunda transformacion. El concepto mismo de nacion se materializa; se crea una concepcion anti-aristocratica y natural de la patria y el guerrero da paso al soldado y al "ciudadano" que lucha simplemente por defender o conquistar una tierra, estando los guerreros en general, fraudulentamente guiados por razones o prima cias de orden economico o industrial. En fin,alli donde el ultimo estadio ha podido ser alcanzado abiertamente, es en una organizacion en manos de siervos,tal como expreso perfectamente Lenin: "La guerra entre naciones es un juego pueril, una supervivencia burguesa que no nos atane. La verdadera guerra, nuestra guerra, es la revolucion mundial para la destruccion de la burguesia, y el triunfo de la clase proletaria". Establecido esto, es evidente que el "heroe" puede ser denominador comun que abrace los tipos y significados mas diversos. Morir, sacrificar su vida, puede ser valido solamente en el plano tecnico-colectivo, incluso en el plano de aquello que se llama hoy brutalmente "material humano". Es evidente que no es en tal plano donde la guerra puede reivindicar un autentico valor espiritual para el individuo, cuando este se presenta no como "material", sino -a la manera romana- como personalidad. Esto no se producen a no ser que exista una doble relacion entre medio y fin, cuando el individuo es solo un medio en relacion con la guerra y con sus fines materiales, sino simultaneamente, cuando la guerra y su entorno deriva como medio en relacion con el individuo, ocasion o via cuyo fin es la realizacion espiritual, favorecida por la experiencia heroica. Entonces existe sintesis, energia y maxima eficacia. En este orden de ideas y en funcion de eso que hemos dicho anteriormente, es evide nte que todas las guerras no ofrecen las mismas posibilidades. Y ello en razon de analogias en absoluto abstractas, sino positivamente activas, segun las vias, invisibles para la mayoria, que existen entre el caracter colectivo preponderante en los diferentes ciclos de civilizacion y el elemento que corresponde a este caracter en el todo de la entidad humana. Si la era de los mercaderes y siervos es aquella en la que predominan las fuerzas correspondientes a las energias que definen en el hombre el elemento pre-personal, fisico, instintivo, telurico o simplemente organico-vital, en la era de los guerreros y en la de los jefes espirituales se expresan fuerzas que corresponden respectivamente, en el hombre al caracter y a la personalidad espiritualizada, realizada segun su destino sobrenatural. Segun todo lo que desarrolla de trascendente en el individuo es evidente que en una guerra, la mayoria no puede mas que sentir colectivamente el despertar correspondiente, mas o menos, con la influencia preponderante de esa guerra. En funcion de cada caso, la experiencia heroica conduce a puntos diversos y, sobre todo, de tres formas. En el fondo, corresponden a las tres posibilidades de relacion que pueden verificarse por la casta guerrera y su principio respecto a las otras articulaciones ya examinadas. Puede verificarse el estado normal de una subordinacion al principio espiritual, en donde el heroismo como desencadenamiento conduce a la supra-vida y a la supra-personalidad. Pero el principio guerrero puede ser un fin en si rechazando reconocer aquello que hay de superior en el, entonces la experiencia heroica dara lugar a un tipo "tragico", arrogante y templado como el acero, pero sin luz. La personalidad permanece -esta incluso reforzada- como le ordena el limite de su lado naturalista y humano. Siempre este tipo de heroe ofrece una cierta garantia de grandeza y naturalmente, para los tipos jerarquicamente inferiores, "burgueses" o "siervos", este heroismo y esta guerra significan superacion, elevacion, y realizacion. El tercer caso se refiere al principio guerrero degradado, al servicio de elementos jerarquicamente inferiores (ultima casta). Aqui la experiencia heroica se alinea casi fatalmente con una evocacion, un desencadenamiento de fuerzas instintivas, personales, colectivistas, irracionales, provocando finalmente una lesion y una regresion en la personalidad del individuo, el cual, rebajado a tal nivel, esta condicionado a vivir el acontecimiento de manera pasiva o bajo la sugestion de impulsos pasionales. Por ejemplo, las celebres novelas de Eric Maria Remarque no reflejan mas que una posibilidad de este genero: gentes llevadas a la guerra por falsos idealismos constatan que la realidad es otra cosa. No desertan o abandonan, pero en medio de terribles pruebas, son sostenidos por fuerzas elementales, impulsos instintivos, reacciones apenas humanas, sin conocer un solo instante de luz. Para preparar una guerra, tanto en el plano material como en el espiritual, es preciso ver clara y firmemente todo esto, afin de poder orientar almas y energias hacia la solucion mas elevada, la unica que conviene a las ideas tradicionales. Luego seria preciso espiritualizar el principio guerrero. El punto de partida podria ser el desarrollo virtual de una experiencia heroica en el sentido de la mas elevada de las tres posibilidades que hemos analizado. Mostrar como esta posibilidad, mas alta, mas espiritual, ha sido plenamente vivida en las grandes civilizaciones que nos han precedido ilustrando asi su aspecto constante y universal es algo que no depende de la simple erudicion. Es precisamente lo que nos proponemos hacer a partir de las tradiciones propias a la romanidad antigua y medieval. Hemos visto como el fenomeno del heroismo guerrero ha podido revestir varias formas y obedecer a diferentes significados una vez fijados los valores de autentica espiritualidad que lo diferencian profundamente. Por ello vamos a comenzar examinando ciertas concepciones relativas a las antiguas tradiciones romanas. En general, no hay mas que un concepto laico del valor de la romanidad en la antiguedad. El romano no fue mas que un soldado en el sentido estricto de la palabra y gracias a sus virtudes militares unidas a una feliz concurrencia de circunstancias hubo conquistado el mundo. Antes que nada, el romano alimentaba la intima conviccion de que Roma, su "Imperium" y su "Aeternitas" se debian a fuerzas divinas. Para considerar esta conviccion romana bajo un angulo exclusivamente "positivo", es preciso sustituir esta creencia por un misterio: misterio de como un punado de hombres, sin ninguna necesidad de "tierra" o "patria", sin estar poseidos por ninguno de estos mitos o pasiones que tanto acarician los modernos y con las que justifican la guerra y promueven acciones heroicas, sino bajo un extrano e irresistible impulso, fueron arrastrados cada vez mas lejos, de pais en pais, reduciendolo todo a una "ascesis de poderio". Segun testimonios de todos los clasicos, los primeros romanos eran muy religiosos -"nostri maiores religiosissimi mortales"- pero esta religiosidad no permanecia solo dentro de una esfera abstracta y aislada desbordada en la practica hacia el mundo de la accion y en consecuencia , abarcaba tambien la experiencia guerrera. Un colegio sagrado formado por los "Festivos" presidia en Roma un sistema bien determinado de ritos que servian de contrapartida mistica a cualquier guerra, desde su declaracion hasta su conclusion. De una manera general, es cierto que uno de los principios del arte militar romano era evitar librar batallas antes que los signos misticos hubiesen, por asi decirlo, indicado el "momento". Con las deformaciones y prejuicios de la educacion moderna no se querra ver en esto mas que una superestructura extrinseca hecha a base de un fatalismo extravagante. Pero no era ni lo uno ni lo otro. La esencia del arte augural practicado por el patriciado romano, asi como otras disciplinas analogas de caracter mas o menos identico en el ciclo de las grandes civilizaciones indo- europeas no era descubrir el "destino" a base de una supersticiosa pasividad, sino, por el contrario, descubrir por adelantado los puntos de conjuncion con influencias invisibles, para concentrar las fuerzas de los hombres y hacerlas mas poderosas, actuando igualmente sobre el plano superior con el fin de barrer, cuando la concordancia era perfecta, todos los obstaculos y resistencias en el plano material y espiritual. Es dificil, pues, a partir de eso, dudar del valor romano, la ascesis romana de la potencia no era solo en su contrapartida espiritual y sacra, instrumento de la grandeza militar y temp oral, sino tambien un contacto y una union con las fuerzas superiores. Si fuese este el momento, podriamos citar numerosa documentacion para basar esta tesis. Nos limitaremos sin embargo a recordar que la ceremonia del triunfo tuvo en Roma un caracter mucho mas religioso que laico-militar y numerosos elementos permiten deducir que el romano atribuia la victoria de sus "duces" mas a un fuerza trascendente, que se manifestaba real y eficazmente a traves de ellos en su heroismo e incluso por medio de su sacrificio (como en el rito de la "devotio" en el que los jefes se inmolaban), que a sus cualidades simplemente humanas. De esta forma, el vencedor, revistiendo la "dignitas" del Dios capitolino supremo, a parte del triunfo, se identificaba con el, era su imagen, e iba a depositar en las manos de este el laurel de su victoria, en homenaje al verdadero vencedor. En fin, uno de los origenes de la apoteosis imperial, el sentimiento que bajo la apariencia del Emperador se escondia un "numen" inmortal, esta incontestablemente derivado de la experiencia guerrera: el "Imperator", originariamente era el jefe militar aclamado sobre el campo de batalla en el momento de la victoria, pero en ese instante aparecia tambien como transfigurado por una fuerza llegada de lo alto, terrible y maravillosa, que daba la impresion del "numen". Esta concepcion, por otro lado, no es exclusivamente romana, se la encuentra en toda la antiguedad clasico-mediterranea y no se limitaba a los generales vencedores, se extendia a los campeones olimpicos y a lo supervivientes de los combates sangrientos del circo. En Helade, el mito de los Heroes se confunde con las doctrinas misticas, como el orfismo, identificando al guerrero vencedor con el iniciado, vencedor de la muerte. Testimonios precisos sobre un heroismo y un valor emanaban mas o menos conscientemente de las vias espirituales, benditos no solo por las conquistas materiales y gloriosas a donde conducian, sino tambien por su aspecto de evocacion ritual y de conquista espiritual. Pasemos a otros testimonios de esta tradicion que, por su naturaleza, es metafisica y en donde, en consecuencia, el elemento "raza" no puede tener mas que una parte secundaria y contingente. Decimos eso, pues mas adelante trataremos de la "Guerra Santa" que fue practicada en el mundo guerrero del Sacro Imperio Romano-Germanico. Esta civilizacion se presentaba como un punto de confluencia creadora de tres elementos romano uno, cristiano otro y, un ultimo, nordico. Respecto al primero, ya hemos hecho alusion a el en el contexto que nos interesa. El elemento cristiano se manifestara bajo los rasgos de un heroismo caballeresco supranacional con las cruzadas. Queda el elemento nordico. Con objeto de que nadie se llame a engano al respecto, senalamos que se trata de un caracter esencialmente suprarracial, por lo tanto incapaz de valorizar o denigrar un pueblo en relacion a otro. Para hacer alusion a un plano en el cual nos autoexcluimos de momento, nos limitaremos a decir que en las evocaciones nordicas mas o menos freneticas que se celebran hoy en dia "ad usum delphini" en la Alemania Nazi, por sorprendente que pueda parecer, se asiste a una deformacion y a una depreciacion de las autenticas tradiciones nordicas tal como fueron originariamente y tal como se perpetuaron en los Principes que tenian por gran honor el poder denominarse "Romanos" aun no siendolo de raza. Por el contrario, para numerosos escritores "racistas" de hoy, "nordico" n o significa mas que "anti-romano" y "romano" tendria mas o menos un significado equivalente a "judio". Dicho esto, es interesante reproducir una significativa formula guerrera de la tradicion celta: "Combatid por vuestra tierra y aceptad la muerte si es preciso: pues la muerte es una victoria y una liberacion del alma". Identico concepto corresponde en nuestras tradiciones clasicas a la expresion "mors triunphalis". En cuanto a la tradicion realmente nordica nadie ignora lo relacionado con el Walhalla (literalmente: reino de los elegidos). El Senor de este lugar simbolico es Odin-Wotan que nos aparece en la Ynglingasaga, como aquel que, por su sacrificio simbolico en el "arbol del mundo", habria indicado a los heroes el modo de esperar el divino descanso en el lugar donde se vive eternamente sobre una cima luminosa y resplandeciente, mas alla de las nubes. Segun esta tradicion, ningun sacrificio, ningun culto eran tan gratos a Dios, ni mas ricos en recompensa en el otro mundo, como aquel realizado por el guerrero que combate y muere luchando. Aun hay mas: el ejercito de los he roes muertos en combate debe reforzar la falange de los "heroes celestes" que luchan contra el Ragna-rok, es decir, contra el destino del "obscurecimiento de lo divino" que, segun las ensenanzas, como en el caso de las clasicas (Hesiodo) pesa sobre el mundo desde las edades mas remotas. Encontramos este tema bajo formas diferentes en las leyendas medievales concernientes a la "ultima batalla" que librara el emperador jamas muerto. Aqui, para percibir el elemento universal, tenemos que sacar a la luz la concordancia de antiguos conceptos nordicos (que, digamos de paso, Wagner desfiguro con su romanticismo ampuloso, confuso y teutonico) con las antiguas concepciones iranias y persas. Algunos se sorprenderan al saber que las famosas Walkirias no son quienes recogen las almas de los guerreros destinados al Walhalla, sino la personificacion de la parte trascendente de estos guerreros cuyo equivalente exacto son las fravashi que en la tradicion irano-persa estan representadas como mujeres de luz y virgenes arrebatadas de las batallas. Personifican mas o menos a fuerzas sobrenaturales en que las fuerzas humanas de los guerreros "fieles al Dios de la Luz" pueden transfigurarse y producir un efecto terrible y turbulento en las acciones sangrientas. La tradicion irania contenia igualmente la concepcion simbolica de una figura divina, Mithra, concebida como el "guerrero sin sueno", que al frente de las fravashi de sus fieles, combate contra los emisarios del dios de las tinieblas, hasta la aparicion del Saoshyant, senor de un reino que ha de llegar de "paz triunfal". Estos elementos de la antigua tradicion indo-europea repiten siempre los temas de la sacralidad de la guerra y del heroe que no muere realmente, sino que pasa a ser soldado de un ejercito mistico en una lucha cosmica, interfiriendo visiblemente con los elementos del cristianismo que puede asumir la divisa "Vita est militia super terram" y reconocer que no solamente con la humildad, caridad, esperanza y demas, sino tambien con una especie de violencia -la afirmacion heroica- es posible acceder al "Reino de los Cielos". Es precisamente de esta convergencia de temas como la nacion la concepcion espiritual de la "gran guerra" propia de la Edad Media de las Cruzadas y que vamos a analizar decantandonos por adelantado sobre el aspecto interior individual siempre actual de estas ensenanzas. Examinamos de nuevo las formas de la Tradicion heroica que permiten a la guerra asumir el valor de una via de realizacion espiritual en el sentido mas riguroso del termino, es decir, de justificacion y finalidad trascendental. Ya hemos hablado de las concepciones que, desde este punto de vista, fueron las del antiguo mundo romano. Luego hemos dado un vistazo a las tradiciones nordicas y al caracter inmortalizante de toda muerte realmente heroica sobre el campo de batalla. Nos hemos referido necesariamente a estas concepciones para llegar al mundo medieval, a la Edad Media como civilizacion resultante de la antitesis de tres elementos: el primero romano, seguido del nordico y finalmente del elemento cristiano. Nos proponemos ahora examinar la idea de la sacralidad de la guerra, tal como fue concebida y cultivada a lo largo de la Edad Media. Evidentemente deberemos referirnos a las Cruzadas tomadas en un significado mas profundo, es decir, no reducidas a determinismos economicos o etnicos, como suelen hacer los historiadores materialistas y mucho menos a un fenomeno de simple supersticion y de exaltacion religiosa, tal como pretenden algunos espiritus "avanzados", dejandolo en fin como un fenomeno simplemente cristiano. Sobre este ultimo punto no hemos de perder de vista la relacion justa entre fin y medio. Se dice tambien que en las Cruzadas la fe cristiana se sirvio del espiritu heroico y de la caballeria occidental, cuando precisamente fue todo lo contrario. La fe cristiana y sus fines relativos y contingentes de lucha religiosa contra el "infiel, de "liberacion del Templo" y de "Tierra Santa", no fueron mas que los medios que permitieron al espiritu heroico manifestarse, afirmarse, realizarse en una especie de ascesis distinta de la contemplacion, pero no menos rica en frutos espirituales. La de los caballeros que dieron sus fuerzas y su sangre por la "guerra santa" no tenian mas que una idea y un conocimiento teologal de lo mas vago sobre la doctrina por la cual combatian. Por otra parte, el contexto de las Cruzadas era rico en elementos susceptibles de conferir un valor y un significado superiores. A traves de las vias del subconsciente, mitos trascendentales reafloran en el alma de la caballeria medieval: la "conquista de la "Tierra Santa" situada "mas alla de los mares" presenta, en efecto, infinitamente mas referencias reales que las supuestas por los historiadores con la antigua saga segun la cual "en el lejano oriente, en donde se alza el sol, se encuentra la ciudad sagrada en donde la muerte no reina sino que los valerosos heroes que saben esperarla gozan de una celestial serenidad y de una vida eterna". Por encontrar otra analogia diremos que la lucha contra el Islam revistio, por su naturaleza, desde el principio, el significado de una prueba ascetica. "No se trata de combatir por los reinos de la tierra -escribio Kluger, el celebre historiador de las Cruzadas- sino por el reino de los cielos; las Cruzadas no tuvieron como resorte a los hombres sino a Dios, (...) no se deben pues considerar como el resto de los acontecimientos humanos". La guerra santa debia, segun la expresion de un antiguo cronista, compararse "con el bautismo semejante al fuego del purgatorio antes de la muerte". Los Papas y los predicadores comparaban simbolicamente aquellos que morian en las Cruzadas con el "oro tres veces ensayado y tres veces purificado por el fuego" que podia conducir al Dios supremo". "No olvideis jamas este oraculo -decia San Bernardo- ya vivamos, ya muramos, del Senor somos. Que gloria para vosotros salir de la confrontacion cubiertos de laureles.Pero que alegria mas grande la de ganar sobre el campo de batalla una corona inmortal... Oh, condicion afortunada, en la que se puede afrontar la muerte sin temor, incluso desearla con impaciencia y recibirla con el corazon firme". La gloria absoluta estaba prometida al cruzado - gloria asolue, en provenzal- pues, a parte de la imagen religiosa se le ofrecia la conquista de la supravida, del estado sobrenatural de la existencia. Asi Jerusalen, fin codiciado de la conquista, se presentaba simbolicamente, como ciudad celeste e inmaterial, pero tambien como una ciudad terrestre, es decir, que ante este doble aspecto la Cruzada tomaba un valor interior, independiente de todos sus aparatos, sus soportes y sus motivaciones aparentes. Por lo demas, fueron las ordenes de caballeria quienes ofrecieron el tributo mas grande a las Cruzadas, con la Orden del Temple y la de los Caballeros de San Juan de Jerusalen, compuestas por hombres que, como el monje cristiano, tendian a despreciar la vanidad de esta vida; en tales ordenes se encontraban guerreros fatigados por el mundo, que habian visto y gustado de todo, prestos a una accion total que no sostenian ningun interes por la vida material temporal ni por la politica ordinaria, en el sentido mas estricto. Urbano II se dirigio a la caballeria como a la comunidad supranacional de aquellos "dispuestos a partir hacia donde estallara una guerra, a fin de llevar el terror de sus armas para defender el honor y la justicia"... con mas razon debian escuchar y atender la llamada de las Cruzadas y de la "Guerra Santa", guerra que, segun la apropiacion de uno de los escritores de la epoca, no tiene por recompensa un feudo terrestre, revocable y contingente, sino un "feudo c eleste". Pero el desarrollo mismo de las Cruzadas, en capas mas amplias y en el plano ideologico general provoco una purificacion y una interiorizacion del espiritu de iniciativa. Tras la conviccion inicial de que la guerra por la "verdadera" fe no podia tener mas que una salida victoriosa, los primeros fracasos militares sufridos por los ejercitos cruzados fueron un foco de sorpresas y asombro, pero a la postre sirvieron, no obstante, para sacar a la luz su aspecto mas elevado. El resultado desastroso de una Cruzada era comparado por los clerigos de Roma al destino de la virtud desgraciada que no es juzgada y recompensada mas que en funcion de otra vida. Y esto anunciaba el reconocimiento de algo superior tanto en la victoria como en derrota, la colocacion en el primer plano del aspecto propio a la accion heroica cumplimentada independientemente de los frutos visibles y materiales, casi como una ofrenda transformando el holocausto viril de toda la parte humana en "gloria absoluta" inmortalizante. Es evidente que de esta manera se debia terminar por esperar un plano, por asi decir, supratradicional, tomando la palabra "tradicion" en su sentido mas estrecho, mas historico y religioso. La fe religiosa en particular, los fines inmediatos, el espiritu antagonista, se convertian entonces como lo es la naturaleza variable de un combustible destinado solamente a producir y alimentar una llama. El punto central seguia siendo el valor santo de la guerra, pero se prefiguraban igualmente la posibilidad de reconocer que aquellos que inicialmente eran adversarios, parecian atribuir a este combate el mismo significado. Este es uno de los elementos gracias al cual los Cruzados sirvieron, a pesar de todo, para facilitar un intercambio cultural entre el Occidente gibelino y el Oriente arabe (punto de reencuentro, a su vez, de elementos tradicionales mas antiguos), pues la tendencia a esta convergencia va mas alla de lo que la mayoria de los historiadores han demostrado hasta el presente. Las ordenes de caballeria arabes, analogas a las occidentales en el plano de la etica, las costumbres y la simbologia, se encontraron frente a las ordenes de caballeria cristianas, y por ello la "guerra santa" que habia dirigido a las dos civilizaciones, una contra otra en nombre de sus religiones respectivas, permitio igualmente su reencuentro y hablando en nombre de dos creencias diferentes, cada una termino por dar a la guerra un valor espiritual analogo. A partir de este momento, fuerte en su fe, el caballero arabe se elevo; se elevo al mismo nivel supratradicional que el caballero cruzado mediante su ascetismo heroico. Este es otro punto a aclarar. Aquellos que juzgan las Cruzadas remitiendolas a uno de los episodios mas extravagantes de la "oscura" Edad Media, no suponen que lo que definen como "fanatismo religioso" es la prueba tangible de la presencia y de la eficacia de una sensibilidad y de un tipo de decision cuya ausencia caracteriza la barbarie autentica, ya que el hombre de las Cruzadas sabia todavia dirigirse, combatir y morir por un motivo que, en su esencia, era suprapolitico y suprahumano. Se asociaba asi a una union basada no sobre lo particular sino sobre lo universal. Naturalmente no puede confundirse esto pensando que la motivacion trascendente pudiera ser una excusa para hacer al guerrero indiferente, negligente a los deberes inherentes a su pertenencia a una raza y a una patria. Por el contrario, esencialmente se trataba de significados profundamente diferentes segun los cuales, acciones y sacrificios pueden ser vividos y vistos desde el exterior, siendo absolutamente los mismos. Existe una diferencia radical entre quien hace simplemente la guerra y quien, por el contrario, en la guerra hace tambien la "Guerra Santa", viviendo una experiencia superior, deseada, deseable y esperada para el espiritu. Si tal diferencia es, ante todo, interior, bajo el impulso de todo lo que interiormente tiene una fuerza, traduciendose tambien hacia el exterior, derivando efectos, sobre otros planos y, mas particularmente, en los terminos de "irreductibilidad" del impulso heroico: quien vive espiritualmente el heroismo esta cargado de una tension metafisica, estimulado por un aliento cuyo objeto es "infinito" y superara siempre aquello que anima a quien combate por necesidad, por oficio o bajo el impulso de instintos o sugestiones. En segundo lugar, quien combate en una "Guerra Santa" espontaneamente se situa mas alla de todo particularismo, viviendo un clima espiritual que, en un momento dado, puede muy bien dar nacimiento a una unidad supranacional de accion. Es precisamente esto lo que se verifico en las Cruzadas, cuando principes y jefes de todos los paises se unieron para la empresa heroica y santa, mas alla de sus intereses particulares y utilitarios y de las divisiones politicas, realizando por vez primera una unidad europea conforme a su civilizacion comun y al principio mismo del Sacro Imperio Romano Germanico. Si debemos abandonar el "pretexto" y aislar lo esencial de lo contingente, encontraremos un elemento precioso que no se limita a un periodo historico determinado. Rechazar, conducir la accion sobre un plano "ascetico", justificarla tambien en funcion de este plano, significa separar todo antagonismo condicionado por la materia, preparar el lugar de las grandes distancias y los amplios frentes, para redimensionar, poco a poco, los fines exteriores de la accion en su nuevo significado espiritual: tal como se verifica cuando no es solo por un pais o por ambiciones temporales que uno combate, sino en nombre de un principio superior de civilizacion, de una tentativa de eso que, por ser metafisico, nos hace ir hacia delante, mas alla de todo limite, mas alla de cualquier peligro y de no importa que destruccion. No se encontrara extrano que tras haber examinado un conjunto de tradiciones occidentales relativas a la guerra santa, es decir, a la guerra como valor espiritual, nos propongamos ahora examinar este concepto tal como ha sido formulado por la tradicion islamica. En efecto, nuestro fin, tal como hemos senalado en varias ocasiones, es poner de relieve el valor objetivo de un principio a traves de la demostracion de su universalidad, de su conformidad quid ubique, quiod ad imnibus et quod semper. Solamente asi, se puede tener la sensacion de que ciertos valores tienen una categoria absolutamente diferente de lo que pueden pensar unos y otros, sino tambien que en su esencia son superiores a las formas particulares que han asumido para manifestarse en las tradiciones historicas. Contra mas se reconozca la correspondencia interna de estas formas y su principio unico, mas se podra profundizar en su propia tradicion, hasta poseerla y comprenderla integramente partiendo de su punto or iginal y especialmente metafisico. Historicamente es preciso subrayar que la tradicion islamica, en el tema que nos interesa, es de alguna manera heredera de la persa, es decir, de una de las mas altas civilizaciones indo- europeas. La concepcion mazdeista del Dios de la Luz y de la existencia sobre la tierra como una lucha incesante para arrancar seres y cosas al poder del anti-dios, es el centro de la vision persa de la vida. Es precisamente capital considerarla como la contrapartida metafisica y el fondo espiritual de las hazanas guerreras en cuyo apogeo tuvo lugar la edificacion persa del imperio del "Rey de Reyes". Tras la caida de la civilizacion arabe medieval, bajo formas mas materiales y en ocasiones exasperadas, pero sin anular jamas el motivo original de la espiritualidad islamica, todos estos contenidos subsistieron. Asi nos referiremos a tradiciones de este genero, sobre todo porque ponen de manifiesto un concepto muy util para aclarar ulteriormente el orden de ideas que nos proponemos exponer. Se trata del concepto de la "Guerra Santa", distinto de la "pequena guerra", pero al mismo tiempo ligada a esta ultima segun una correspondencia particular. La distincion se basa en un hadith del Profeta, el cual, llegado de una expedicion guerrera habia dicho: "Hemos vuelto de la pequena guerra santa para la gran guerra santa". La "pequena guerra" corresponde a la guerra exterior, a la que, siendo sangrienta,se hacia con armas materiales contra el enemigo, contra el "barbaro", contra una raza inferior frente a la cual se reivindicaba un derecho superior o en fin, cuando la empresa estaba dirigida por una motivacion religiosa, contra el "infiel". Por terribles y tragicas que puedan ser las incidencias, por monstruosas como sean las destrucciones no deja de ser menos cierto que esta guerra, metafisicamente, es siempre la "pequena guerra". La "Gran Guerra Santa" es, al contrario, de orden interior e inmaterial,es el combate que se libra contra el enemigo, el "barbaro" o el "infiel" que cada uno abriga en si y que ve aparecer en si mismo en el momento en que ve sometido todo su ser una ley espiritual: tal es la condicion para esperar la liberacion interior, la "paz triunfal" que permite participar en ella a aquel que esta mas alla de la vida y de la muerte, pues en tanto que deseo, tendencia, pasion, de bilidad, instinto y lasitud interior, el enemigo que esta en el hombre debe ser vencido, quebrado en su resistencia, encadenado, sometido al hombre espiritual. Se dira que esto es simplemente ascetismo. La Gran Guerra Santa es la ascesis de todos los tiempos. Y alguno estara tentado de anadir: es la via de aquellos que huyen del mundo y que, con la excusa de una lucha interior se transforman en un tropel de pacifistas. No es nada de todo esto. Tras la distincion entre las dos guerras, expongamos ahora su sintesis. Lo propio de las tradiciones heroicas es prescribir la "pequena guerra", es decir, la verdadera guerra, sangrienta, como un instrumento para la "Gran Guerra Santa", hasta el punto de que, finalmente, las dos no terminan siendo mas que una sola cosa. Asi, en el Islam, "guerra Santa", guiad y "Via de Dios" son utilizados indiferentemente. Quien combate lo hace sobre la "Via de Dios". Un celebre hadith caracteristico de esta tradicion dice: "La sangre de los Heroes esta mas cerca del Senor que la tinta de los sabios y las oraciones de los devotos". Aqui tambien, como en las tradicionales de las que ya hemos hablado, la accion asume el exacto valor de una superacion interior y de acceso a una vida liberada de la obscuridad, de lo contingente, de la incertidumbre y de la muerte. En otros terminos, las situaciones y los riesgos inherentes a las hazanas guerreras provocan la aparicion del "enemigo interior", el cual, en tanto que instinto de conservacion, dejadez, crueldad, piedad o furor ciego, sirve como aquello que es preciso vencer en el acto mismo de combatir al enemigo exterior. Esto muestra que el aspecto central esta constituido por la orientacion interior, la permanencia inquebrantable de aquello que es espiritu en la doble lucha: sin participacion ciega, ni transformacion en una brutalidad desencadenada, sino, por el contrario, dominio de las fuerzas mas profundas, control para no estar jamas arrastrado interiormente sino permaneciendo siempre como dueno de si mismo, lo que permite afirmarse mas alla de cualquier limite. Abordaremos ahora una imagen de otra tradicion en donde esta situacion esta representada por un simbolo caracteristico: un guerrero y un ser divino impasible, el cual, sin combatir, sostiene y conduce al soldado junto al cual se encuentra sobre el mismo carro de combate. Es la personificacion de la dualidad de los principios que el verdadero heroe posee, ya que las emanaciones tienen siempre algo de eso sagrado de lo que es portador. En la tradicion islamica, se lee en uno de sus textos: "El combate es la via de Dios (es decir, la guerra santa) aquel que sacrifica la vida terrestre por la del mas alla, combate por la via de Dios, ya resulte muerto o vencedor y recibira u na inmensa recompensa". La premisa metafisica segun la cual se prescribe: Combatid segun la guerra santa a aquellos que hagan la guerra", "matadles donde los encontreis y aplastadlos", "no os mostreis debiles, no les inviteis a la paz", pues "la vida terrestre es solamente fuego que se extingue" y "quien se muestra avaro no es avaro mas que consigo mismo". Este ultimo principio evidentemente puede compararse a aquel otro evangelico: "El que quiere salvar su propia vida la perdera y quien la pierda obtendra la vida eterna", confirmado por este texto: "?Que hicisteis vosotros que creeis cuando se os ordeno: descended a la batalla para la guerra santa? Os quedasteis inmoviles. Habeis, pues, preferido este mundo a la vida futura" por lo tanto "vosotros ?esperais de nosotros recompensa y no las dos supremas, victoria o sacrificio?" Este otro fragmento es digno de atencion: "La guerra os ha sido ordenada, aunque os disguste. Pero algo que es bueno para vosotros puede disgustaros y gustaros lo que es malo. Dios sabe, entonces que vosotros no sabeis nada". Aqui tenemos una especie de "amor fati", una intuicion misteriosa, evocacion y realizacion heroica del destino, con la intima certeza de que, cuando hay "intencion justa", cuando la inercia y la lasitud son vencidas, al alito va mas alla de la propia vida y de la de los otros, mas alla de la felicidad y de las aflicciones guiando en el sentido de un destino espiritual y de una sed de existencia absoluta, dando nacimiento a una fuerza de la que no podra carecer el fin absoluto. La crisis de una muerte tragica y heroica se vuelve una contingencia sin interes, lo que, en terminos religioso esta expresado asi: "Para aquellos que mueren en la via de Dios (en la Guerra Santa) su realizacion no se perdera. Dios los guiara y dispondra de su alma haciendolos entrar en el paraiso revelado". De esta manera el lector se encuentra de nuevo con ideas expuestas anteriormente, basadas en las tradiciones clasicas o nordico- medievales relativas a una inmortalidad privilegiada reservada a los heroes, los unicos que, segun Hesiodo, habitan en las islas simbolicas en las que se desarrolla una existencia luminosa e intangible a imagen de la de los dioses olimpicos. En la tradicion islamica existen frecuentemente alusiones al hecho de que ciertos guerreros, muertos en combate no estarian realmente muertos, afirmacion no simbolica sino real, como tambien es real la existencia de ciertos estados supra-humanos, separados de las energias y de los destinos de los vivientes. Es cierto que aun hoy y precisamente en Espana e Italia, los ritos por los cuales una comunidad guerrera declara "presentes" a sus muertos en el campo del honor ha conseguido una fuerza singular. Es la idea del heroe que no esta verdaderamente muerto, como la de los vencedores que, a la imagen del Cesar roman o, permanecen como "vencedores perpetuos" en el centro de la raza. Finalizaremos este breve estudio consagrado a la guerra como valor espiritual, refiriendonos a una ultima tradicion del ciclo heroico indo-europeo, el Bhagavad-Gita, el mas celebre texto seguramente de la antigua sabiduria hindu, escrito esencialmente para la casta guerrera. Su eleccion no es arbitraria y no se debe en absoluto al exotismo. Al igual que la tradicion islamica nos ha permitido formular, en lo universal, la idea de la "guerra santa", contrapartida posible y alma de una guerra exterior, la tradicion transmitida por el texto hindu nos permitira encuadrar definitivamente nuestro tema de analisis en una vision metafisica. En un plano mas exterior, esta referencia al Oriente hindu, nos parece igualmente util para rectificar las opiniones y los criterios, asi como la comprension supratradicional, pues tales son los fines que perseguimos. Durante mucho tiempo han prevalecido las antitesis artificiales entre Oriente y Occidente: artificiales porque estan basadas en el ultimo Occidente, en el Occidente moderno y materialista que, finalmente, tiene muy poco que ver con el que le precedio, con la verdadera y gran civilizacion occidental. El Occidente moderno se opone tanto al Oriente como al antiguo Occidente. Si nos remitimos a los tiempos antiguos encontraremos efectivamente un patrimonio etnico y cultural ampliamente comun, que corresponde a un unico denominador indo-europeo. Las formas originales de vida, de espiritualidad, de instituciones de los primeros colonizadores de la India y del Iran tienen muchos puntos de contacto con aquellos pueblos helenicos y nordicos e incluso con los antiguos rom anos. Vamos a abordar ahora las tradiciones que nos dan un ejemplo de la afinidad de la concepcion espiritual comun del combate, de la accion y de la muerte heroica, contrariamente a la idea recibida que nos hace pensar, al oir hablar de la civilizacion hindu, en el nirvana, el fakirismo, la evasion del mundo, y la negacion de los "valores de la personalidad". El Bhagavad-Gita esta construido en forma de dialogo entre un guerrero, Arjuna y un dios, Khrisna, su maestro espiritual. El dialogo tiene lugar con ocasion de una batalla en la que Arjuna vacila en lanzarse a la accion frenado por escrupulos humanitarios. Interpretados en clave esoterica, estas dos figuras de Arjuna y Khrisna no son, en realidad, mas que una sola, pues representan las dos partes del ser humano: Arjuna, el principio de la accion, Khrisna el del conocimiento trascendente. El dialogo se transforma en una especie de monologo con una finalidad tanto de clarificacion interior y resolucion heroica como espiritual del problema de la accion guerrera que se habia impuesto a Arjuna en el mismo momento de descender al campo de batalla. Pues la piedad que impide al guerrero combatir cuando descubre en las filas enemigas a viejos amigos y a algunos parientes, es calificada por Khrisna (el principio espiritual) de trastorno indigno de los arios que cierra las puertas del Cielo y solo depara la verguenza. De esta manera surge el tema que ya habiamos encontrado a menudo en las ensenanzas tradicionales de Occidente: "Si mueres ganaras el cielo; si lograr la victoria, poseeras la tierra... levantate, hijo de Kunti para combatir firme y resuelto". Al mismo tiempo que se perfila el tema de una "guerra interior" que es preciso llevar contra si mismo: "Sabiendo pues que la razon es mas fuerte, afirmate en ti mismo y mata al enemigo de las formas mutables". El enemigo exterior tiene por paralelo a un enemigo interior, que es la pasion, la sed animal de la vida. He aqui como es definida la justa orientacion: "Refiere en mi todas las obras, piensa en el Alma Suprema; y sin esperanza, sin inquietud de ti mismo, combate sin un apice de tristeza". Es preciso asaltar la llamada a la lucidez, supraconsciente, supra-apasionada de heroismo, que no debe pasar desapercibida en este fragmento donde se subraya el caracter de pureza, de absoluto, que debe tener la accion y que solo puede tener en terminos de "guerra santa": "Ten por igual placer y plenitud, ganancia y perdida, victoria y derrota y se integro en la batalla: asi evitaras el pecado". De esta forma se impone la idea de un "pecado" referido a un estado de voluntad incompleta y de accion, interiormente todavia alejado de la elevacion en relacion a la cual la vida significa poco, tanto la propia como la de los otros y en donde ninguna medida humana tiene valor. Si se permanece en este plano, el anterior texto ofrece consideraciones de orden absolutamente metafisico, intentando demostrar como en tal nivel, termina por actuar sobre el guerrero una fuerza mas divina que humana. La ensenanza que Khrisna (principio del conocimiento) dispensa a Arjuna (principio de la accio n) para poner fin a sus vacilaciones, tiende sobre todo a realizar la distincion entre lo que es incorruptible como espiritualidad absoluta y lo que existe solo de una manera ilusoria como elemento humano y material: "Aquel que no es, no puede ser y aquel que es no puede dejar de ser (...) se sabe indestructible aquel por quien ha sido desarrollado este universo (...) quien cree que mata o que es muerto se equivoca; no mata, no es muerto, ni siquiera cuando se mata el cuerpo (...) combate pues, oh Bharata". Pero eso no es todo. A la conciencia de la irrealidad metafisica de lo que se puede perder o hacer perder, como vida caduca o cuerpo mortal, conciencia que encuentra su equivalente en una de las tradiciones que ya hemos examinado, donde la existencia humana es definida como "juego y frivolidad", se asocia la idea de que el espiritu, en su absoluto, en su trascendencia ante todo lo que es limitado e incapaz de superar este limite, no puede presentarse mas que como una fuerza destructora. Es por ello que se plantea el problema de ver en que terminos en el ser, instrumento necesario de destruccion y muerte, el guerrero puede evocar al espiritu, justamente bajo ese aspecto, hasta el punto de identificarse a el. El Bhagavad-Gita nos lo dice exactamente cuando el dios declara: "Yo soy la virtud de los fuertes exenta de virtud y deseo (...) en el fuego el esplendor; la vida en todos los seres; la continencia en los ascetas (...) la ciencia en los sabios; el valor en los valientes". Luego el dios se manifiesta a Arjuna bajo su forma trascendental, terrible y fulgurante, ofreciendo una vision absoluta de la vida: tales como lamparas sometidas a una luz demasiado intensa, los circuitos poseedores de un potencial demasiado alto, los seres vivientes caen solo por que en ellos arde una fuerza que transciende a su perfeccion, que va mas alla de todo lo que pueden y quieren. Es por esto que se convierten, esperan en una cima y, como arrastrados por las olas a las cuales se abandonan y que les habian conducido hasta cierto punto, se funden, se disuelven, mueren, retornando a lo no-manifestado. Pero aquel que no teme a la muerte, que sabe asumir su muerte llegado el momento y todo lo que le destruye, le esclaviza, le rompe, termina por franquear el limite, llega a mantenerse sobre la cresta de las olas, no se hunde, sino que, por el contrario, esta mas alla de la vida que se manifiesta en el. Por ello Khrisna, la personificacion del principio espiritual, tras hab erse revelado en su totalidad a Arjuna, puede decir: "Excepto tu, no quedara uno solo de los soldados que constituyen estos dos ejercitos, levantate y busca la gloria; triunfa sobre tus enemigos y adquiere un gran Imperio. Yo estoy seguro de su perdida: son solo el instrumento (...) matalos pues; no te preocupes; combate y venceras a tus rivales. Encontramos pues la identificacion de la guerra, con la "Via de Dios" que ya habiamos visto en paginas precedentes. El guerrero cesa de actuar en tanto persona. Una gran fuerza no humana, a este nivel, transfigura la accion, la vuelve absoluta y "pura", alli precisamente donde debe ser mas extrema. He aqui una imagen muy elocuente, perteneciente a esta tradicion: "La vida es como un arco, el alma como una flecha, el espiritu como la flecha proyectada que se clava en el blanco". Es una de las mas elevadas formas de la justificacion metafisica de la guerra, una de las imagenes mas completas de la guerra como "guerra santa". Para terminar esta disgresion sobre las formas de la tradicion heroica tal como nos la han presentado epocas y pueblos diversos anadiremos algunas palabras a modo de conclusion. Esta excursion en un mundo que podra parecer a algunos insolito y carente de relaciones con el nuestro, no la hemos hecho por curiosidad o para desplegar nuestra erudicion. La hemos hecho, al contrario, con el fin preciso de demostrar lo sagrado de la guerra, es decir, como la posibilidad de justificar la guerra espiritualmente y su necesidad constituye, en el sentido mas elevado del termino, una tradicion. Esto es algo que se ha manifestado siempre y en todo lugar en los ciclos ascendentes de todas las grandes civilizaciones. En este punto debemos regresar a aquello que escribimos al principio de este estudio, mostrando que existen diversas maneras de "ser heroe" (incluso aquella animal y subpersonal) por lo tanto lo que cuenta no es tanto la posibilidad vulgar de lanzarse a la batalla y sacrificarse, sino el espiritu segun el cual se puede vivir una aventura de este genero. Nosotros tenemos, a partir de ahora, todos los elementos para precisar, entre los diferentes aspectos de la experiencia heroica, aquellos que pueden considerarse como absolutos, que pueden verdaderamente identificar la guerra con la "Via de Dios", y en los heroes, puede dejar entrever realmente una manifestacion divina. Pero es preciso recordar tambien que el punto donde la vocacion guerrera aspiraba realmente a una altura metafisica, reflejando la plenitud de lo universal,es aquel en que una raza tendia a una manifestacion y a una finalidad igualmente universales. Lo que significa que no pueda sino predestinar a esta raza o Imperio. Pues solo el Imperio como tal es un orden superior en donde reina la "Pax Triunphalis", reflejo terrestre de la soberania del supramundo, comparable a las fuerzas que, en el terreno del espiritu manifiestan las mismas caracteristicas de pureza, de poderio, de ineluctabilidad, de trascendencia en relacion a todo lo que de pathos, pasion y limitacion humana, se refleja en las grandes y libres energias de la naturaleza. Informativa sulla privacy � 2004-2011 Julius Evola sito non ufficiale Condizioni d'uso [url]http://www.juliusevola.it/documenti/template.asp?cod=235[/url]

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